jueves, 25 de junio de 2015

Los miedos también se visten de bandera roja.

Necesito escribir como quien necesita salir del agua a respirar, llevo demasiado tiempo aguantando la respiración sin ahogarme, pero lo cierto es que voy perdiendo el sentido ya y soy consciente de ello. Me asfixio pero ni si quiera puedo decir que es por ti ni por mi, ni por nadie. No es por nada. Y es, esa misma nada, la que me mata y me hunde, algo más al fondo cuando intento escapar de tanto mar, de tanto miedo y de tantas dudas. Mis pulmones me suplican tu oxígeno antes de dejar de escribirte.
Oí el disparo en el minuto cero pero me quedé muy quieta, con los músculos agarrotados sin poder moverlos en la línea roja que marcaba la salida. Mirando pasar el tiempo, pasarme a mí, a ti, mirando pasarnos sin cruzar palabra, como una película en replay. Y joder, perdona la metáfora, pero no hay accidente más trágico que volver a esculpir la herida una y otra vez, ni siquiera la falta de oxígeno se le asemeja.
Me he ahogado en mis propios miedos tantas veces como he querido quedarme sin respiración al besarte. Sin embargo, la huida siempre ha sido una de las primeras opciones en la lista para no mirarme en tus ojos. Y de repente, un día ya no volví a estar.
No me busques en el mar- te dejé escrito en esa estúpida nota. Ya no había miedos donde esconderse ni lugares donde ahogarse aunque aún escuchaba a mi propio pecho llamarte, acariciando las letras de tu nombre en cada latido.
Tú no sabes cuánto puede echarte de menos desde entonces.
Y sin quererlo he vuelto al mismo mar donde no encuentro tus ojos. Quizás debí decirme a mí misma que no sé nadar pero es que la lluvia también me calaba las ojeras, y los huesos, también me ahogaba en el silencio y al menos las olas ya se me hacían conocidas.
Llámalo cobardía o masoquismo.. no sé, llámalo como quieras, pero lo cierto es que he vuelto aquí, allí, al nada y al siempre y ahora, me ahogo. Te aviso.
Me ahogo...
Me asfixio...
Me pierdo...
Me duelo.
Y me hundo.

viernes, 19 de junio de 2015

Bonito destrozo, poeta.

Prefiero tener delante de mí un folio en blanco que cualquier ilusión rota.
Aquí construyo yo cada historia como me hubiese gustado construir el futuro que día a día se desvanece.
Las palabras no son sonrisas rotas, las letras no se componen de heridas que supuran con un nombre a distancias largas o cortas, la sintaxis no tiene calificaciones y los puntos decido yo si significan un espacio pausado o un final. Y cuando hay un final, no hay nada más. No vuelven los recuerdos ni te arrancan las alas que un día de niña supusiste tener.
Un folio en blanco no me contara todo aquello que soy o no soy capaz de hacer.
Nunca me dirá que nací para esto.
Aquí creo yo las historias, buenas o malas, historias que no mancharán de sangre los folios por operar a corazón abierto por muchas metáforas que haya, por mucho papel donde escribir o por muchos besos me robe la ausencia.
- Hay quien nace con estrella - te dicen.
Yo, en cambio, nací a secas.
Algunos preguntan por qué no lloras, otros sin embargo, ven llorarte el alma y entienden porque estás solo escribiendo mierdas que quizás nadie nunca llegue a leer, que puede que no importen demasiado en el mundo cotidiano, aquel programado y calificado en cada una de sus formas, aunque eso quizás es lo que buscas. Que no importe.
El silencio de una ausencia, una barra vacía y un nombre desconocido, a lo mejor es todo lo que pretendías encontrar aún sin saberlo. Pasar para no quedarte y buscarte habiéndote perdido hace ya algunos años.
No recuerdo ni mi propio nombre. Y así es mucho más sencillo no odiarse a sí mismo. No dolerse de otros ni saberse de más.
He empezado, borrado, escrito, tachado y vuelto a empezar tantas veces que no sé contar una historia sino es a medias, y es así como siento el pecho, a medias. A medias tintas y a medias letras, a medias historias y a medias todo aquello que un día soñé de pequeña.
Incluso las propias medias las quería rotas por tus manos y hoy están intactas. Del corazón en cambio, no puede decirse lo mismo. Que si he de nombrarle sea para la defensa de sus corazas que no viste de oro ni de plata por lucirse, sino para sujetar los destrozos que se despedazan.
Las vísceras están infectadas de todo aquello que siempre me han contado y yo prefiero escuchar cuentos por las noches que de día el sol engaña y no hay bocas de lobo tan iluminadas como para creer en fantasías.
Si tengo que creerte que sea de noche, y si tengo que asumirte, que sea a través de un folio en blanco, donde sea yo quien decida cuanto duele el fracaso.