domingo, 7 de diciembre de 2014

Me enamoré de ti

Acabo de romper tu fotografía  y mentiría si dijera que todo lo que un día sentí por ti no se ha roto en el instante justo en el que crujió el papel. He guardado los trozos de la yo que se ha ido contigo en el último cajón de la habitación mas olvidada de la casa. Esa en la que no hay calefacción. Y, créeme, no voy a rescatarte, ni a ti ni a ella.
Hoy ha muerto quien cree para quererte y al final de todo esto (de tanta nada) me encuentro en el mismo punto, en el inicio en blanco de tantas servilletas que claman tinta (la tuya me intoxicó demasiado).
Aún te recuerdo.
Pero ya lo hago como una imagen difusa de un sueño que realmente nunca llegué a vivir. Quizás debí haber enseñado a mi corazón a no enamorarse de ti tan rápido, pero cómo puedo culparlo si mis sentidos también lo hicieron nada más ver tus ojos, oír tu acento, retar tu piel... mis dedos quisieron trazar el camino que llevase de tus pecas a tu boca y una vez allí, mis labios sentir los tuyos sin ritmo alguno (que es mejor perderse en improvisaciones que navegar con dirección pactada) y mis ojos, mis ojos pecarían si intentasen cerrarse ante los tuyos para besarte.
Me enamoré de ti, y hubiese estado dispuesta a salvarnos si tan solo hubieses aceptado mi mano en vez de permanecer callado; pero, tampoco puedo culparte si fui yo quien te pidió ese silencio.
Me enamoré de ti, y te pensé hasta que las farolas dejaron de iluminarme al recorrer sus calles.
Me enamoré de ti, y fue jodidamente estúpido por mi parte aún conociendo, aún conociéndote, aún conociéndome.
Me enamoré de ti y será la última vez que te lo diga y será la última vez que me lo repita a mí misma y la última que lo grite al mundo porque ya no siento,  porque hoy estoy vacía y qué más da que te repita si nunca vas a poder entender
cómo me enamoré de ti.
                                                                                          

viernes, 28 de noviembre de 2014

Noviembres mojados

Se oye el corte de la vena aorta, una ventana rota en mil pedazos y las gotas de lluvia entre tanto y tanto ¿quién fue el asesino en este escenario?
 Ya no me gusta quedarme en la cama cuando llueve, prefiero mojarme, oír el golpe de la ventana rota y sentir la puñalada en la vena aorta de todo lo que continúa desangrándome. He llegado a tanto de ti que ya no conozco horizontes, no tengo nombres para tal abstracto y las paradas se vuelven carreras que hubiera deseado tener en las medias si tus uñas hubiesen arañado mis piernas. Sería mejor cederte una noche, a mil lluvias en la cama, a ver si así me ahogas entre sábanas y rosas despintadas y terminamos con los condicionales pasados.
Te temo como a un suspiro y me recorres el pecho como aquel pensamiento que no trato de apartar, que si te tengo sea en algunas de tus formas porque hoy, sí, esta noche de tormenta, prefiero sentenciar a muerte la batalla en el campo de tu cama al continuo silencio de los días en relojes sordos que esperan tu voz. Que si me duelo, no sea de vísceras sino de tu cuerpo, y si me pierdo, sea tras huir cinco minutos antes de que abras los ojos para no preguntarte cómo era mi nombre. Esta noche no solo llueve fuera, yo misma estoy impregnada de la cal y arena que dejamos en aquella playa sin nombre que rompe el tuyo entre las rocas.
Y ahora sin más, te callas, me cierras los ojos pero oigo el corte de la vena aorta, la ventana en mil pedazos y las gotas de lluvia entre tanto y tanto... tú eres quien ha desaparecido dejando el eco de presencia que resuena en las paredes.
¿Quién fue el asesino en este escenario?

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Mi problema eres tú.

El problema vino cuando fui consciente de que dolías
y aún quería tenerte cerca.

El  problema vino entonces 
y no cuando me enamoré de ti.

El problema viene ahora cuando me duele el pecho de extrañarte
y no cuando despierto sin ti.


Bonitas palabras,

Sí.

Pero joder, como se clavan.


Creo que el alcohol me confunde.

-Miento-

Yo me confundo
al pensar que me quieres
aunque sea un poco o              
                                                                   desde lejos.


miércoles, 3 de septiembre de 2014

Paradas con tu ausencia.

Hay un niño riendo en el metro y cinco paradas a rumbo resuelto, alguien desea ser la causa de esa sonrisa
Hay una niña llorando a sus adentros y cinco paradas ausentes, alguien que no la espera se viste de gala para su mejor fiesta.

Dime si montar en ese tren es el fin o el comienzo, un capítulo o la tapa cerrada donde ya no hay letras pequeñas que leer.

He buscado en cada esquina desde que desapareciste, en la oscuridad de los parques y las noches, te he buscado robando sonrisas viejas y sentimientos de bolsillo como excusa para no verme sin ti, que verme sola no duele tanto, y así.. encontrarte.

Me he robado mis propias palabras, pero de las tuyas también me encargué y ahora solo me queda asumirte en silencio como ni el primero ni el último de mis daños.
Consuelo o desgracia a misma media o en descompenso el dolor, dice mi cuerpo, yo solo te traduzco.

Solo quedan 35 minutos para que deje de escocer, dice el subconsciente al corazón, y pasan, pero siempre hay uno más. 
Los segundos me matan, te dije, así que, dispárame.
Y vas tú y me ahogas, intoxicándome con tanto recuerdo en agonía lenta.

¿Hasta qué punto es hermoso idealizar a alguien? ¿ Dónde radica la razón de perder el control?

A lo mejor el niño que ríe en el metro lleva demasiado alcohol en vena para contestar a la niña que llora esperándole en la estación.

Yo tiré la llave y fui consciente de ello, no tú, amor.



A pluma o sin ellas.

Ni penas, ni dramas, no quiero que derramen ni una sola lágrima en el funeral por mis causas perdidas, por ni un sí ni un no, que yo prefiero la indecisión a los corazones hirientes que resbalan y cortan por cada filo a media asta de sonrisa, ahí, en lo alto, se siente el viento pero, también los vértigos... y volé, volé alto para poder verte, esta vez, sin cálculos precisos ni miedo a caer, pero caía. Cada noche, cada tarde, cada mañana y cada día, caía. Inevitable el choque, el golpe final...
Intenté huir.
Pude huir, pero no quise.
Renunciar a estar a ras del cielo cuando solo había conocido desiertos era demasiado complicado, y ahora, sin alas...ya no sé como hacerlo.
Dicen que a los ángeles no les hace falta cobertura, pero a ti tampoco si se trata de mí, cariño, y reconoce que fue un juego lo suficientemente destructivo como para demoler corazas, romper barreras y olvidar heridas, que ya es lo único que clama mi alma.
Hiéreme, pero rápido.
Mátame, pero dulce.
Róbame, si es lo que necesitas.
Engáñame...pero termina con esto o empiézalo, que ya no controlo el vértigo con las montañas rusas, que yo ya no puedo frenar los miedos que me haces sentir... el no pero sí, el sí pero no... yo ya no sé de tardes, de mañanas ni de noches... de ti, de Kilómetros y distancias. Yo ya no sé y, quizás, es que no quiera saber de verdad.
Podríamos incendiar todo lo que siento si mañana con ello, solo hubiera vacío, porque a morir ya estoy acostumbrada, pero tú, renaces, rehaces y ... me matas.
Dame cinco minutos para ser sinceros, olvidando los personajes de los que actuamos en este drama, quítate la puta máscara joder, que necesito saber a quién escribo y, dime qué es lo que estamos interpretando. Yo te prometo que luego me dejo, pero no te olvides de arrancarme la alas, cariño, que arrancar las alas a un ángel caído también corre a cuenta del drama.


viernes, 22 de agosto de 2014

En defensa de mi cobardía





Esta noche la inspiración y el vacío pidieron refugio a mi cuerpo, sacudieron mis sueños tan de pronto que aún tengo acelerado el pecho, y no sé bien si es por encontrarme de nuevo de frente con sus caras grises o simplemente por ver como me arrancaban de golpe la única posibilidad que tengo de tenerte, mi amor, en mis sueños.
Y aquí me ves... en una terraza a cientos de kilómetros de lo que llamo casa, aunque la verdadera,
 reside en tu cuerpo, alumbrada por un semáforo mientras las calles lucen desnudas todos sus putos encantos barrio bajeros, como si pudiera enamorarme de alguien más que de ti.
Voy recuperando el pulso y necesito una calada, o alguna droga que consiga perderme lo suficiente como para no saber quién eres y qué haces a cada instante en mi mente.
Déjame huir en paz, con la cobardía bien alta y la falda recién planchada porque, lo reconozco, estoy tan acojonada de que algún día quieras huir que ya me voy yo, con o sin tu permiso, tampoco creo que te importe demasiado.
-Una copa cargada, por favor- lo necesito si quiero seguir hablando de ti o de mi o de él... ya no sé de quién cojones hablo Agosto. Tengo miedo de perderte y cuanto más miedo, más ganas le echo a la distancia, ¿pero qué digo? tengo miedo de quererte y creo que ya lo hago y lo sé, precisamente porque desde aquel día que hablamos, todas mis noches te pertenecen, y más esta en la que he vuelto a ver al vacío Agosto, y joder que puta cara más horrible tenía.
Solo ahora, de madrugada, soy capaz de reconocerte que me hubiera gustado uno de esos "y comieron perdices" o tortillas o se comieron las ganas de tenerse mutuamente, pero solo lo reconozco ahora porque mañana, seguiré siendo yo y tú el mismo de siempre, seguiré siendo hielo y tú el orgullo en persona, cariño.
Buenas noches Agosto, que tengas dulces sueños.

miércoles, 16 de julio de 2014

De un verso en reconstrucciones métricas

Me he quemado los pulmones para no respirarte, para no inhalar el dolor de tu ausencia.
Nostalgia, ¿por qué apareces a estas horas? ¿Por qué me buscas si ya no hay respuestas que me lleven a ti?
Me he quedado sin opciones en un verano parecido al invierno y he dejado de aferrarme a ti mordiendo tu recuerdo. Te he buscado, me he perdido, y ya soy incapaz de no solo encontrarte a ti, si no a mí misma.
Me he quedado sin vasos en donde ahogarme, ahógate tú ahora en mí, ya sea buscando mi olvido o mi presencia, pero no me dejes sola, - no te lleves el último resquicio de vida o de muerte que me deja tu dolor-  porque sin ti dudo de incluso mi propia existencia.
Me he envenenado con el sabor de TODAS tus palabras, he gritado donde nadie podía oírme, he llorado, he sangrado y he muerto de miedo, de frío, de ti, de OTROS.
Nostalgia, ¿qué haces aquí a estas horas? Piérdete y déjame encontrarme en otras bocas hasta hallarte pues estoy cansada de esperarte.
Duéleme, si así el dolor significa existencia porque hace mucho tiempo que perdí la sensibilidad de la humedad en la piel y congelé las cicatrices por las que perdía poco a poco la fe hasta aliviar el quemazón, esta noche busco sentirte, a bien o mal, pero sentir al fin y al cabo, así que acúsame de ser la locura embriagadora que cegó tu razón, tu error perfecto...  porque al menos así seré tuya. Recuérdame como un pecado si así estoy entre tus pensamientos (como tú  has estado en los míos por todo este tiempo).
Y ahora...
¡VETE!
 Porque quiero que otro cuerpo te reemplace, quiero ser su mar para que aprenda a perderse en mí como tú nunca te dejaste y acabaste conmigo.
Si de frágiles hablamos mordiéndonos la piel y de cicatrices cortándonos la respiración, he mirado en sus ojos y he visto esa sonrisa, la mía reflejada en un ocre verdoso. Fue ahí, cuando te acusé de olvido y te llamé en pasado, pues ya no sé hablar en presente con corazones a medias. Quiero uno para mí, el mío, ya que no sé amar sin latidos y necesito sentir para volver a ser. ¡DESPÍDELE!
Así algún día, al cruzarnos podré declararte la batalla que tenemos pendiente y esta vez, prometo no huir por el miedo a la demolición, bastante supuso ya la reconstrucción de la bala en el pecho, la desaparición de la niña que jugaba por pintar sonrisas y la agonía del drama, esta vez, es otra vez, y jugaremos los dos (ya no importan las ligas diferenciadas, ni las excusas a medias), porque debes saber que yo no solo soy un OLVIDO sino un PRESENTE.

De tu verso en reconstrucción.