viernes, 13 de noviembre de 2015

Dicotomia

Mirar el pasado es como una película infinita donde siempre hay un recuerdo que me aleja de tu existencia.
En blanco y negro.
Sin olores.
He vuelto a escuchar esa canción. Esa misma con la que me sacaste a bailar en un verano del noventa y dos.
Quisiera volver.
Volver para sentir mía esa sonrisa. 
Para vibrar en cada carcajada.

El humo atasca mis pulmones y los dedos golpean las teclas como huyendo de la comprensión de cada palabra.
No quieren teclear tu nombre.
Trato de contarte algo que ni yo mismo entiendo cuando solo quería contar los días a tu lado.
Ahora cuento las horas. Por si acaso algún día vuelves y puedo decirte que han sido setecientas ochenta y seis.
Las veces que te he maldecido.
El reloj lo paré justo en el momento en que cruzaste el umbral de la puerta, sabiendo que te llevabas una parte de mi contigo. Como si el no correr de las agujas significara nada.
Miraste hacia atrás con la maleta en la mano. Yo fumaba y sentía morir el pecho, pero te dije: lárgate. Y aún no has vuelto.



Y no he vuelto por si recuperaste la mitad del niño que perdiste a mi lado. Por si te veo sonreír cuando me veas sin reconocerme, sin reparar en mi presencia, justo ahí. En la estación de metro por la que pasas cada mañana.
Te he visto envejecer todos los lunes de cada mes. 
He visto como se sumaban las arrugas en tu cara y en tus camisas. 
Y es estúpido el pensar que pienso que aún sigues queriendo pensar en mí.
Aún no he deshecho la maleta ni he reconstruido nuestra fotografía. 
Es mejor así, vernos tal y como somos ahora, dos personas vacías a trozos.
Tan a trozos como ha pasado el tiempo. Deteniéndose en cada afasia, en cada recuerdo, en cada esquina y en cada noche desde que la culpabilidad se ha adueñado de mis piernas.
Quizás como esas cadenas que me impiden volver a mirarte a los ojos.


Perdóname por no hacerte feliz.


Perdona mi excesiva necesidad de tenerte a mi lado.


Perdóname por no saber querer.


Perdona por no haber sabido llenar tus vacíos ni empequeñecer tus abismos.


Perdóname por estar escribiéndote esto ahora mismo y no tener el valor suficiente para buscarte.


Pero sobretodo perdona mi cobardía.
(PUNTO).