domingo, 13 de noviembre de 2016

Bala perdida

He tratado de evitar ponerme frente a un folio en blanco desde la huida. Hoy lo he buscado.
Quizás por miedo o por nostalgia.
Me he mentido tantas veces que ya no sé si ésta, es una más.
Llegaste en primavera y te la llevaste con tu sonrisa. La mía, la destrozaste en el momento en que sostenías entre tus piernas, algo más de diez mentiras (y ella estaba entre ellas).
"No quiero hacerle daño", y disparaste.
Abriste mis destrozos, como quien pretende rasgar la camisa a la chica de la barra en una noche con alcohol. Sin remordimientos.
Y dime, cómo pude aprender a respirar justo después de esa noche.
Te juro que nunca había asistido a mi propio funeral tan de cerca. Y mira, que los gatos tenemos siete vidas.

Tus dientes. Tus dientes, se me marcaron justo encima de la cicatriz que tenía en el pecho.
Créeme mi vida, no pretendo que lo entiendas, hubiera borrado hace tiempo las metáforas.
Créeme mi amor, no pretendo que lo leas, se trata de algo así como de la hoja de reevaluación de los daños causados por una catástrofe natural.
Sigue llevando tu nombre.
He tratado de evitar ponerme frente a un folio en blanco, como he buscado tener tu mirada frente a frente otra vez, para mentirme.
Creerte, es el falso testimonio que deja mi mente cada vez que me deja a solas con tu recuerdo.
Van a ser seis silencios, los que desangran mi boca, y sé que ya no hay marcha atrás.
Que nunca te gustó el riesgo de quedarte dentro de mí sin las medidas de protección necesarias para no tener consecuencias.
Y mírame ahora.
Reconóceme, porque nunca me has conocido.

Soy yo, quien prefirió morir de nuevo, por poder besar tu piel una vez más.
Soy yo, quien te esperó en silencio a pesar de prometerse no hacerlo.
Soy yo, quien olvida el dolor por recordar el asiento trasero de un coche, una habitación lejos de aquí o un abrazo y palomitas.

Te lo he dicho, me he mentido tantas veces, que no sé si esta es una más.

Soy yo, quien ha perdonado el vacío de tus dudas, el miedo de tus huidas, el golpe de tu retirada, la ilusión de tus mentiras, el pánico de ver que tus ojos ya no me miraban a mí para verse a sí mismos.
Soy yo, quien ha perdonado la inocencia de tu llegada, tus hilos, que movían mis articulaciones al son de tu boca (y no sabes lo jodido que era, cuando pronunciaban un "ya no"). Quien perdonó tus "te quieros" manchados tres días después en otras piernas, tu abandono, tus promesas ...
Soy quien sobrevivió a cada una de tus despedidas y renace, y vuela. Quien trató de secuestrarte cuando solo había cenizas para declararte, que a pesar de todo, que a pesar de ti, no te iba a perder.

Soy cada roto que dejaste, a quien disparaste en tu nombre, a quien demostraste que una vez más podía seguir.


domingo, 14 de febrero de 2016

Miénteme si es para decirme que te quedas

Él ha hablado de invierno sin sentirla.
Ella viste de abrigo sus huecos para refugiarse de sus propios miedos, que cogen frío al verse al descubierto.
Él ha hablado de nieve sin conocer la palidez de su piel, la humedad de sus ojos, el frío de sus labios.
Ha mentido.
Ella ha vuelto a mentir.
Y ha creído en sus propias mentiras al decir que no.
Que la vida le devolvería aquello que los golpes le robaron.
Que era cuestión de tiempo.
Viste de mecánica un corazón que ya no funciona a base de pulso sino de engranajes.
Y déjame decirte, que le duele cada vez que encaja, pero duelen más las piezas rotas.
Tiene ojeras que hablan de todos los sueños rotos. De las vidas incompletas y de su pasado.
Su presente lo deja en modo continuo para cuando tenga el tiempo necesario para decir que fue un error.
Y sigue ahí.
Y sigues ahí.
Quitándole lo poco que le queda. Lo mucho a lo que creía pertenecer.
La he visto llorar.
La he visto mirarse en un espejo e imaginarse que aún tenía esperanza. Que solo necesitaba continuar.
La he visto callarse cuando el pecho se le desgarraba.
La he visto como nadie nunca la ha visto, desnuda, vestida y sin maquillaje.
Y dejadme que os diga, que no he encontrado tantas ruinas como en sus adentros. Ni si quiera Roma se asemeja a su belleza.
He visto como se marchaba 9 horas después de prometerle ser el amor de su vida.
Esta vez era cierto.
Ellos dicen que es una adicta a la sal y al dolor.
Otros, que es lo único que la hace sentir viva.
Esta vez era cierto.
Prometió morirse si alguna vez sus pulmones dejaban de pertenecerle, pero nunca se había hecho tan presente. Nunca había estado de forma tan real en sus arterias.
Esta vez era cierto.
Ella le susurraba en voz baja o me matas, o te mueres.
Pero él se quedaba ahí. para recordarle que no había vuelta atrás.
Ella le rogaba que la insuficiencia de oxigeno llegara de noche. Para poder tenerle solo en sueños.
Esta vez era cierto.
Ella necesita tenerle en forma dosis porque era la única manera que conocía de no romperlo.
Entonces la sal y el dolor se mezclaban para asemejarse al sabor de su saliva.
Y eso era lo único que la hacía sentir viva.
Y esta era la única vez que lo cierto, no terminaba siendo una mentira.




martes, 19 de enero de 2016

Eres mi esperanza

Dicen que la esperanza es lo último que se pierde.
Supongo que será por eso por lo que yo misma no me encuentro y sigo manteniendo la esperanza de que sea hoy cuando me vuelva a ver en tus ojos.
No te lo digo con frecuencia, pero ahora son los únicos que veo al mirarte. Ni mi reflejo, ni estupideces, supongo, que será por eso por lo que no me encuentro.
Supongo que, por eso, la existencia deja de tener algún sentido, por mínimo que sea, cuando desapareces tú.
Eres algo así como la respuesta correcta de cualquier ecuación, la gravedad que provoca mi toma a tierra, la parte blanca de cualquier negro, lo que solo ves cuando cierras los ojos, la pieza pérdida del puzzle que coge polvo en el último cajón.
Y te sorprendes.
Eres el motivo por el que las golondrinas vuelven en primavera, un sobre en blanco donde no quise escribir mis sueños por miedo a perderlos alguna vez, mi plato favorito, el camino a todo aquello que puedo llamar hogar.
Eres la personificación de todos mis miedos, que han aprendido a contestar por tu nombre y a olvidar el mio. El comodín de cualquier baraja cuando apostamos la vida. Las llaves de mi infancia. La respuesta "todas son correctas" en un test.
Me haces dudar de si alguna vez, antes de ti, he existido.
Y sonríes.
Te sorprendes y sonríes como si todo lo que digo fuera una locura.
Pero entonces oigo tu voz por mi propia boca y sé que estoy ahí.
Justo dentro de ti.
Y me siento a salvo.