Hay una niña llorando a sus adentros y cinco paradas ausentes, alguien que no la espera se viste de gala para su mejor fiesta.
Dime si montar en ese tren es el fin o el comienzo, un capítulo o la tapa cerrada donde ya no hay letras pequeñas que leer.
He buscado en cada esquina desde que desapareciste, en la oscuridad de los parques y las noches, te he buscado robando sonrisas viejas y sentimientos de bolsillo como excusa para no verme sin ti, que verme sola no duele tanto, y así.. encontrarte.
Me he robado mis propias palabras, pero de las tuyas también me encargué y ahora solo me queda asumirte en silencio como ni el primero ni el último de mis daños.
Consuelo o desgracia a misma media o en descompenso el dolor, dice mi cuerpo, yo solo te traduzco.
Solo quedan 35 minutos para que deje de escocer, dice el subconsciente al corazón, y pasan, pero siempre hay uno más.
Los segundos me matan, te dije, así que, dispárame.
Y vas tú y me ahogas, intoxicándome con tanto recuerdo en agonía lenta.
¿Hasta qué punto es hermoso idealizar a alguien? ¿ Dónde radica la razón de perder el control?
A lo mejor el niño que ríe en el metro lleva demasiado alcohol en vena para contestar a la niña que llora esperándole en la estación.
Yo tiré la llave y fui consciente de ello, no tú, amor.
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