miércoles, 11 de diciembre de 2013

A veces...

A veces... si me quedo en silencio puedo escuchar tu respiración en mi oído, puedo imaginarme que estás a mi lado en la cama y que con tan solo estirar los brazos podré alcanzarte. Sería tan sencillo que casi lo puedo soñar con los ojos cerrados. Pero, al abrirlos, mi cama está vacía y mis manos aún suplican el calor de tu piel.
A veces... intento recordar tu olor, el de la colonia que te regalé para así, sentirte un poco más cerca, como si se pudieran reducir los Kilómetros a común denominador y sacarnos a ti y a mí a factor común separados del resto de la ecuación. Sería tan fácil tenerte para mí, solo para mí... que creo que justamente eso lo hace imposible, ya que sería realmente sencillo sobrevivir siendo tú la razón de mi día a día, tus besos mi desayuno, tus caricias mi tentempié, devorándonos, a veces, para cenarnos después cada noche. Supongo que tal grado de perfección llega incluso al pecado y ahora entiendo porque todo se volvió en nuestra contra, porque parece fácil, pero resulta realmente complicado estar a tu lado, mordernos la espalda, que me la acaricies y descansar sobre tu pecho más tarde.
A veces... no encuentro mejor refugio que el que encontraba en tus brazos, ni peor sentimiento que el de saberme tuya sin que tú te sepas a mí. Esas veces, quiero seguir conjugando tu boca a la mía en un pretérito compuesto tan perfecto que hasta tú comprendas la imposibilidad de mantenernos cerca, a tan solo unos centímetros.¡Sé mi auxiliar! Porque ya sabes que siempre me ha gustado eso de tentar todas las leyes tomando un significando contigo, como cuando declarábamos la guerra al mundo y la ganábamos sin perder la vida, hasta dejar que me la robaras tú en un descuido. Devuélvemela, esta vez prometo no dejar que te la lleves contigo, prometo resistir el fuego que terminó consumiéndome en cenizas y no desgarrarme porque ya sabes eso de que no se puede romper lo que un día murió de forma irreparable.
Aún así, todavía hay veces, en las que no es suficiente soñarte, mantenerte en mi subconsciente como un beso de buenas noches en un largo día sin ti, y es entonces cuando te pienso, sin quererte, por inercia y guardo silencio para escuchar tu voz entre mis sueños.

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