domingo, 14 de febrero de 2016

Miénteme si es para decirme que te quedas

Él ha hablado de invierno sin sentirla.
Ella viste de abrigo sus huecos para refugiarse de sus propios miedos, que cogen frío al verse al descubierto.
Él ha hablado de nieve sin conocer la palidez de su piel, la humedad de sus ojos, el frío de sus labios.
Ha mentido.
Ella ha vuelto a mentir.
Y ha creído en sus propias mentiras al decir que no.
Que la vida le devolvería aquello que los golpes le robaron.
Que era cuestión de tiempo.
Viste de mecánica un corazón que ya no funciona a base de pulso sino de engranajes.
Y déjame decirte, que le duele cada vez que encaja, pero duelen más las piezas rotas.
Tiene ojeras que hablan de todos los sueños rotos. De las vidas incompletas y de su pasado.
Su presente lo deja en modo continuo para cuando tenga el tiempo necesario para decir que fue un error.
Y sigue ahí.
Y sigues ahí.
Quitándole lo poco que le queda. Lo mucho a lo que creía pertenecer.
La he visto llorar.
La he visto mirarse en un espejo e imaginarse que aún tenía esperanza. Que solo necesitaba continuar.
La he visto callarse cuando el pecho se le desgarraba.
La he visto como nadie nunca la ha visto, desnuda, vestida y sin maquillaje.
Y dejadme que os diga, que no he encontrado tantas ruinas como en sus adentros. Ni si quiera Roma se asemeja a su belleza.
He visto como se marchaba 9 horas después de prometerle ser el amor de su vida.
Esta vez era cierto.
Ellos dicen que es una adicta a la sal y al dolor.
Otros, que es lo único que la hace sentir viva.
Esta vez era cierto.
Prometió morirse si alguna vez sus pulmones dejaban de pertenecerle, pero nunca se había hecho tan presente. Nunca había estado de forma tan real en sus arterias.
Esta vez era cierto.
Ella le susurraba en voz baja o me matas, o te mueres.
Pero él se quedaba ahí. para recordarle que no había vuelta atrás.
Ella le rogaba que la insuficiencia de oxigeno llegara de noche. Para poder tenerle solo en sueños.
Esta vez era cierto.
Ella necesita tenerle en forma dosis porque era la única manera que conocía de no romperlo.
Entonces la sal y el dolor se mezclaban para asemejarse al sabor de su saliva.
Y eso era lo único que la hacía sentir viva.
Y esta era la única vez que lo cierto, no terminaba siendo una mentira.