viernes, 19 de junio de 2015

Bonito destrozo, poeta.

Prefiero tener delante de mí un folio en blanco que cualquier ilusión rota.
Aquí construyo yo cada historia como me hubiese gustado construir el futuro que día a día se desvanece.
Las palabras no son sonrisas rotas, las letras no se componen de heridas que supuran con un nombre a distancias largas o cortas, la sintaxis no tiene calificaciones y los puntos decido yo si significan un espacio pausado o un final. Y cuando hay un final, no hay nada más. No vuelven los recuerdos ni te arrancan las alas que un día de niña supusiste tener.
Un folio en blanco no me contara todo aquello que soy o no soy capaz de hacer.
Nunca me dirá que nací para esto.
Aquí creo yo las historias, buenas o malas, historias que no mancharán de sangre los folios por operar a corazón abierto por muchas metáforas que haya, por mucho papel donde escribir o por muchos besos me robe la ausencia.
- Hay quien nace con estrella - te dicen.
Yo, en cambio, nací a secas.
Algunos preguntan por qué no lloras, otros sin embargo, ven llorarte el alma y entienden porque estás solo escribiendo mierdas que quizás nadie nunca llegue a leer, que puede que no importen demasiado en el mundo cotidiano, aquel programado y calificado en cada una de sus formas, aunque eso quizás es lo que buscas. Que no importe.
El silencio de una ausencia, una barra vacía y un nombre desconocido, a lo mejor es todo lo que pretendías encontrar aún sin saberlo. Pasar para no quedarte y buscarte habiéndote perdido hace ya algunos años.
No recuerdo ni mi propio nombre. Y así es mucho más sencillo no odiarse a sí mismo. No dolerse de otros ni saberse de más.
He empezado, borrado, escrito, tachado y vuelto a empezar tantas veces que no sé contar una historia sino es a medias, y es así como siento el pecho, a medias. A medias tintas y a medias letras, a medias historias y a medias todo aquello que un día soñé de pequeña.
Incluso las propias medias las quería rotas por tus manos y hoy están intactas. Del corazón en cambio, no puede decirse lo mismo. Que si he de nombrarle sea para la defensa de sus corazas que no viste de oro ni de plata por lucirse, sino para sujetar los destrozos que se despedazan.
Las vísceras están infectadas de todo aquello que siempre me han contado y yo prefiero escuchar cuentos por las noches que de día el sol engaña y no hay bocas de lobo tan iluminadas como para creer en fantasías.
Si tengo que creerte que sea de noche, y si tengo que asumirte, que sea a través de un folio en blanco, donde sea yo quien decida cuanto duele el fracaso.





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