viernes, 30 de enero de 2015

Bipolaridad y otros transtornos provocados por tu nombre

Creo que ya dije suficiente sobre todo lo que nunca debí haber dicho.
No eres tú, soy yo.
Es la puta imperfección de tu sonrisa cuando nunca ninguna fue tan perfecta.
Y es curioso, pero aún te oigo.
Y es destructivo, pero aún te echo de menos.

Nunca un café tuvo mejores recursos poéticos para olvidarnos del "todo" que nunca formulamos.
Ni un amanecer me habló del daltonismo de tu ausencia.
En el armario aún se sostienen las perchas de un verano que creo que debí soñar alguna de estas noches.
Te he colgado hasta sacar la ropa de primavera porque Diciembre es demasiado frío para encontrarnos a solas.

Aún sigo durmiendo, pero no me despierto.
Creo que el reloj se ha parado o la puta alarma del móvil no ha vuelto a sonar pero, no me despierto.
No sé en qué mes estamos, ni si quiera qué día.Y no me importa.
Puede que ya hayamos parado pero no me encuentro.
Me busco, pero no me veo.
Ya no entiendo.
Supongo que porque no me leo en las cicatrices de tu cuerpo.
(Aún no sé si tienes cicatrices, pero si las tienes, deben ser preciosas)

He mirado una cerveza y no he tenido ganas de beber.
La cordura reinaba en la incoherencia y tú no estabas detrás de la barra. Tampoco en mi cabeza como algo que debía reemplazar por resaca. Ella era mi mejor recurso poético para deslenguarte todo cuanto ahogaba.
Has perdido todos mis sentidos los cinco los seis o los dieciocho necesarios para quererte y hacerte el amor a la vez. y ahora...

No te veo. No me veo. No te quiero. Te quiero. Me pierdo. No me encuentro. No me despierto.

Las cosas carecen de motivos rebosadas de sentidos que exhuman tu nombre, y tengo la autopsia de mis órganos internos declarándote culpable.
Motivo de la muerte: la necesidad de ti.
La esquela remarca el día en que decidiste marcharte.
Y a veces, duele.
Creo que alguno de estos días al fin me encuentro.
Y me veo.
Y me despierto.
Y entiendo que para tu olvido era necesario todo esto.